Seguro que cada lector conocerá a algún treintañero que anda rebotando por las universidades buscando su mejor opción o que no termina de asentarse en un trabajo que lo reconforte. Hay un tipo, un grandote, con saco, camisa, micrófono en mano y lágrimas en los ojos, que tiene 33 años y que se anima a decirle al mundo que no sabe lo que será de su carrera, de su futuro, de su vida, en los próximos días.
👍Síguenos