Las balas resonaron a través de las ventanas del Centro Hospitalario de Fontaine en Cite Soleil, la barriada haitiana de Puerto Príncipe, mientras una banda fuertemente armada se acercaba, sumiendo a las mujeres presentes en pánico. Con bebés en brazos, se apresuraron de una habitación a otra, buscando refugio mientras los disparos continuaban.
El caos se intensificó con cada ráfaga, las mujeres gritaban más fuerte. Un empleado del hospital finalmente intervino, suplicándoles que se callaran y ordenándoles que se acostaran en el suelo. Madres temblorosas trataban de acallar a sus bebés, preguntándose si sobrevivirían al ataque que se desencadenó en el Centro Hospitalario de Fontaine y su entorno el pasado miércoles.
Pasaron horas sin tregua. Las balas seguían resonando.
De repente, un empleado les indicó que se levantaran y salieran al patio delantero en silencio. La policía estaba esperando con vehículos blindados.
"¡Entren! ¡Entren! ¡Entren! ¡Entren rápido!", gritaban los empleados mientras las mujeres con niños subían a autobuses y ambulancias privadas escoltadas por la policía, un raro triunfo para un departamento de policía limitado en personal y recursos, superado por las bandas.
Los empleados se unieron a las docenas de evacuados, llevando recipientes de plástico que contenían recién nacidos con oxígeno.
El asalto, atribuido a la banda de Brooklyn dirigida por Gabriel Jean-Pierre, apodado "Ti Gabriel", líder de la alianza de bandas conocida como G-Pep, resalta la vulnerabilidad de las comunidades empobrecidas de Haití frente a la violencia de las bandas. Este ataque, que obligó a evacuar el hospital y dejó decenas de viviendas en llamas, es el último de una serie que ha sumido al país en una espiral de violencia.
José Ulysse, director y fundador del hospital, expresó su decepción por la ausencia del Estado en la lucha contra las bandas, agradeciendo a la policía por salvar vidas el miércoles. Ulysse espera reabrir el hospital pronto, aunque el motivo del ataque sigue siendo incierto, alimentando especulaciones sobre una posible guerra territorial entre bandas.
Los enfrentamientos entre bandas en Cite Soleil aumentaron tras la muerte reciente de Iskar Andrice, un temido líder de banda. Los residentes temen que la violencia aumente mientras las bandas compiten por llenar el vacío dejado por su muerte.
El tiroteo del miércoles, que comenzó al amanecer, dejó a muchos residentes atrapados y vulnerables. Edline Pierre, madre de tres hijos, recordó la intensidad de los disparos y cómo se escondió con sus dos hijos menores bajo una cama mientras las balas golpeaban el hospital.
"Si no hubiera sido por Dios, (el miércoles) podría haber sido mi último día en la tierra", expresó Pierre, agradeciendo a la policía por su intervención.
La violencia en Cite Soleil y otras áreas de Haití ha llevado a un aumento alarmante de asesinatos y secuestros. La población teme que la situación empeore mientras las bandas buscan expandir su control y recaudar dinero.
El hospital evacuado fue un escenario de supervivencia, donde la intervención policial marcó la línea entre la vida y la muerte para muchos. Sin embargo, la incertidumbre y el miedo persisten entre aquellos que perdieron sus hogares y seres queridos durante el ataque. La policía y José Ulysse son reconocidos como héroes por su valiente esfuerzo, pero la lucha contra la violencia de las bandas en Haití sigue siendo un desafío urgente y complejo.
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