Opinión| Haití, una “anarquía crónica” que salpica a América Latina

 La situación también ha desencadenado protestas por la escasez de gasolina.

La situación también ha desencadenado protestas por la escasez de gasolina.

La capital haitiana, Puerto Príncipe, es nuevamente escenario de sangre y fuego: unas 89 personas han sido asesinadas en la última semana producto de la guerra entre bandas criminales en Cité Soleil, uno de los barrios más pobres y densamente poblados del país. Debido a ello, miles de personas no pueden salir de sus casas y las pandillas también han impedido el ingreso de agua potable, alimentos y atención médica a la zona.

El motivo sería una disputa entre las pandillas G9 y GPEP por el control territorial de Cité Soleil. Las bandas han bloqueado también varias carreteras y accesos a terminales de combustible en el país caribeño, que ya padecía un clima de anarquía política y social tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021. Esta nueva ola de violencia, que tiene a gran parte de la capital paralizada, estalló precisamente un día después del aniversario del magnicidio.

"Nos hemos encontrado con cadáveres que se están descomponiendo o quemando. Pueden ser personas muertas durante los enfrentamientos o personas que intentaban salir y que recibieron disparos; es un campo de batalla real", declaró el jefe de la misión local de Médicos Sin Fronteras, Mumuza Muhindo.

Haití, el "fracaso” de la comunidad internacional

"Todo esto va a terminar con más estampida o migración forzada de haitianos, que quieren huir de este infierno”, explica a DW el analista político colombo-haitiano Wooldy Louidor, catedrático de la Universidad Javeriana de Bogotá. "La culpa es tanto de autoridades haitianas como de la comunidad internacional, que es parte integral de esta anarquía crónica. Haití es un ejemplo elocuente del fracaso de la supuesta cooperación internacional y ayuda humanitaria”, critica el experto.

Actualmente, el Gobierno interino de Ariel Henry atraviesa una crisis de legitimidad y es cuestionado por miembros de la sociedad civil que también aspiran a gobernar el país. "Urge un nuevo régimen político. Se debe escuchar las voces de numerosos grupos y organizaciones haitianas que han estado haciendo propuestas para volver a la constitucionalidad y a la soberanía”, indica el académico Louidor.

Las bandas criminales se disputan el control de un barrio de la capital haitiana.

Las bandas criminales se disputan el control de un barrio de la capital haitiana.

Sin embargo, dichas iniciativas se habrían topado con un "no” rotundo. "En particular, los tres países más poderosos en Haití, Estados Unidos, Canadá y Francia, prefieren mantener a Henry en el poder y, por lo tanto, el caos”, afirma Louidor. "No hay voluntad para ayudar a Haití, ni siquiera a los inmigrantes haitianos, que son muy maltratados, en particular por Estados Unidos”, agrega.

En esa misma línea, Maureen Meyer, politóloga estadounidense experta en temas migratorios, critica la reciente expulsión de miles de inmigrantes haitianos de EE.UU., pues refleja el lado "inhumano” de Washington: "Se escoge quién puede entrar al país a buscar protección y quién no. No se puede devolver a los haitianos a un país donde matan presidentes y hay violencia de pandillas”. 

América Latina, pieza "clave”

Por otro lado, no se estarían teniendo en cuenta las graves consecuencias que la situación en Haití puede desencadenar también para América Latina y el Caribe. "La principal afectación para la región es la emigración forzada de haitianos”, advierte Louidor, recordando que, hasta la fecha, más de medio millón de haitianos vienen recorriendo el continente americano. Por ello, sostiene Meyer, "le toca a los países receptores ampliar su capacidad de protección, permiso laboral y permanencia para esta población”.

En ese sentido, cree el experto colombo-haitiano, los países de la región son "clave” para ayudar a Haití. "En primer lugar, es importante que haya voces latinoamericanas que denuncien la relación de la comunidad internacional con Haití. En segundo lugar, es necesario que los países manifiesten su solidaridad con el pueblo haitiano, ayudando en educación, salud, infraestructura, entre otros. Por último, esta solidaridad se debería expresar con los inmigrantes haitianos en sus territorios”, propone Louidor. Y para ello, insiste, "urge una cumbre mundial sobre el presente y el futuro de Haití”.

(ct/er)

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