Lo útiles escolares en la Guáyiga son las armas

Una calle central de La Guáyiga, perteneciente al municipio Pedro Brand.

Los sectores humildes del Gran Santo Domingo están experimentando los impactos negativos de la actividad criminal y la violencia generalizada.

En esta lamentable lista de problemas sociales, el distrito municipal de La Guáyiga ha ocupado una de las posiciones principales durante los últimos meses, siendo frecuente encontrar jóvenes muertos en terrenos baldíos, víctimas de enfrentamientos entre bandas.

Además de las habituales críticas sobre las deficiencias en las acciones policiales, esta comunidad necesita un auténtico compromiso social por parte de sus residentes para asegurar el desarrollo socioeconómico, sin perder de vista los valores y los principios morales.

"Lo que realmente falta aquí es el compromiso de los padres y madres para educar a sus hijos y lograr que seamos diferentes, personas que puedan convivir sin tener que hablar al día siguiente sobre muertes y tragedias", declaró Marlin, un comerciante local.

Según él, la inseguridad en el vecindario ha generado un ambiente en el que la gente se encierra en sus hogares antes de las 9 de la noche para protegerse de las "balas perdidas".


ENFRENTANDO LAS CONSECUENCIAS

El Centro Educativo La Guáyiga, uno de los más antiguos en funcionamiento, refleja el destino de la juventud, donde las armas blancas y las sustancias adictivas se han convertido en compañeras con las que los estudiantes intentan escribir su historia.

Tilson Antonio, director de la institución, explicó que durante la tarde el centro se convierte en una extensión del Ministerio de Educación, brindando educación a los estudiantes del sector público.


NO OBSTANTE, UN FOCO DE PROBLEMAS

Sin embargo, señaló que los estudiantes del turno vespertino han causado "bastantes problemas".

"Los atrapamos justo cuando lo están haciendo, al finalizar el horario escolar, y reunimos a los padres. Lo peor de todo es que los padres nos dicen: 'Ya sabemos que lo hacen, porque fuman en casa'", dijo, mientras señalaba una docena de cigarrillos electrónicos junto con las armas blancas que los jóvenes compran para fumar.

Además, mencionó que en varias ocasiones adolescentes de otras escuelas han perturbado la tranquilidad de su institución, acercándose con cuchillos y pistolas de juguete para enfrentarse a los estudiantes en los alrededores del edificio.

Ante esta situación, Antonio resaltó su fuerte compromiso de que los maestros, además de enseñar conocimientos culturales y asignaturas básicas, inculquen aspectos morales que fomenten la disciplina.

También recordó la importancia de implementar prácticas que promuevan la educación tradicional.


UN APODO INQUIETANTE

"La embajada del crimen". Así es como se refieren a La Guáyiga quienes viven allí. Julián, propietario en el área desde hace 30 años, confirmó ese apodo, ya que según su testimonio, los delincuentes de otras zonas cercanas utilizan la comunidad para llevar a cabo sus actividades delictivas.

Eso es "libertinaje".

"Todo el mundo viene aquí porque saben que el libertinaje nunca cesa, es como si no existiera un régimen de consecuencias. Delincuentes, bebedores y personas que no tienen nada mejor que hacer en su vida vienen aquí a pasar el tiempo sin hacer nada", afirmó.

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