"Grábennos a nosotros mismos, así verán cómo vamos a la escuela", dijo uno de los niños mientras era grabado por un equipo de Listín Diario, que documentaba la travesía que deben hacer para acudir a su escuela.
En el sector Miraflores II de Santiago, los estudiantes se ven obligados a arriesgarse cruzando hacia el otro lado del barrio a través de una pasarela improvisada construida con palos y troncos de árboles, que evita que caigan a las aguas pestilentes del arroyo Gurabo.
Diez veces por semana, niños desde los cuatro o cinco años de edad se exponen a este peligro, llevando sus uniformes limpios, mochilas y trabajos escolares en mano.
"Muchos niños pequeños pasan, incluso de 4 o 5 años", mencionaron tres estudiantes del Liceo Lic. Jacinto de la Concha, quienes ya consideran esto como parte de su rutina diaria.
Desde que terminan su jornada escolar, estos niños se dirigen a sus hogares con preocupación, sabiendo que tendrán que hacer malabares para no caer en estas aguas contaminadas.
"Cuando llueve, se vuelve difícil. El río se lleva los palos que ponen, y muchos niños han caído", comentó Ana Rodríguez, residente del sector, quien explicó que esta problemática ha existido siempre.
Pero entonces, ¿qué hacen los estudiantes cuando hay fuertes lluvias y el arroyo se desborda?
UN LARGO TRAYECTO
Los jóvenes indicaron que cuando el arroyo tiene mucho agua o la pasarela improvisada se derrumba, lo cual es algo común, deben cambiar su ruta y caminar hasta 40 minutos por la avenida Estrella Sadhalá para llegar a sus escuelas.
Esta carretera es conocida por ser muy transitada y tener un flujo vehicular rápido. Los estudiantes se organizan en grupos para caminar por toda la acera y llegar a sus destinos.
"Cuando los palos se van, tenemos que esperar a que baje el nivel del agua y luego algunas personas entran al río para ponerlos de nuevo", explicó uno de ellos.
CAÍDAS AL ARROYO
Los residentes de la zona comentaron que hay muchos casos de personas, incluso de la tercera edad, que han caído al arroyo después de perder el equilibrio al verse obligadas a cruzar.
Esmeralda Rosa, otra residente del sector, mencionó que a veces, cuando la estructura improvisada se ve afectada, algunos niños no pueden asistir a la escuela.
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