Lula da Silva se impuso por la mínima diferencia en el ballotage más polarizado de la historia de Brasil y será de nuevo presidente. Con el 95% de los votos escrutados, el ex mandatario obtuvo el 50,65% frente al 49,35% de Jair Bolsonaro, y volverá al poder.
En la primera vuelta, los sondeos subestimaron el potencial de Bolsonaro, que finalmente acabó detrás solo por cinco puntos (43%-48%).
El mandatario se mostró confiado en su triunfo antes de votar en Rio de Janeiro: “Si Dios quiere, saldremos victoriosos esta tarde”. “La expectativa es de victoria”, dijo Bolsonaro, vestido con una camiseta amarilla de Brasil.
El mandatario acudió después al aeropuerto internacional de Rio para recibir a los jugadores del Flamengo, flamante campeón de la Copa Libertadores, con 40 millones de seguidores. Jugadores como Rodinei y Fabrício Bruno posaron junto al presidente levantando el trofeo.
Al emitir su voto en las afueras de Sao Paulo, Lula, vestido de blanco, se mostró convencido de que “el pueblo brasileño votará un proyecto en que la democracia vencerá” y deseó que “sea un día de paz” tras una campaña extremadamente tensa.
Una jornada sin filas
A diferencia de la primera vuelta cuando largas filas fueron el común denominador, este domingo la jornada ha transcurrido sin incansables esperas para acceder a las urnas.
La gente, sin embargo, fue precavida y prefirió llegar temprano y esperar por más de media hora a que abrieran las mesas que al igual que el pasado 2 de octubre quedaron habilitadas a las 8.00 hora local (11.00 GMT).
Hasta comienzos de la tarde, la situación era de calma en todo el país y a primera vista no se registraron peleas entre seguidores de ambos candidatos o acciones proselitistas que son prohibidas en esta fecha.
Polarización en casa
Pese a la crispación entre ambos campos, la profesora de danza Elisete Silveira, de 46 años, y su marido Alex, un militar de 50, han conseguido mantenerse en armonía. En Brasilia, salieron a votar unidos de la mano, él con la camiseta amarilla de la selección en apoyo a Bolsonaro y ella vestida de rojo para Lula.
“Acordamos no hablar sobre política en casa para preservar el amor”, explicó Elisete, que rió al recordar cómo hicieron campaña por redes sociales sentados en el sofá, cada uno por su candidato.
“Lo que yo quiero son más oportunidades para los negros. Aquí hay mucho prejuicio”, dijo por su parte en Sao Paulo Ana Nascimento, una mujer negra de 41 años que trabaja en hotelería y se abstuvo de revelar su voto.
Los colegios electorales cerrarán a las 17H00 (20H00 GMT) y los resultados se esperan pocas horas después.
Nacionalismo, religión, pobreza
Bolsonaro, un excapitán del ejército de 67 años, busca la reelección defendiendo los valores tradicionales y la reciente mejora de los datos económicos -ralentización de la inflación y caída del desempleo-, al tiempo que sigue insuflando un discurso nacionalista. “¡Brasil encima de todo, Dios encima de todos!”, reiteró en sus discursos de campaña.
Un mensaje especialmente apreciado por el agronegocio y la población evangélica, que representa un tercio del electorado.
El presidente ha lanzado mensajes contradictorios sobre si reconocerá los resultados en caso de derrota. El viernes aseguró que lo hará: “El que tenga más votos, gana”.
Por su parte, Lula, de 77 años, que gobernó Brasil de 2003 a 2010, promete “arreglar el país” impactado todavía por la crisis de la pandemia y sus 688.000 muertos.
En su campaña destacó sus logros socioeconómicos, como la salida de la pobreza de más de 30 millones de brasileños gracias a iniciativas sociales financiadas con el ‘boom’ de las materias primas.
Cuenta con el apoyo de los más vulnerables y de quienes se resintieron de las políticas y exabruptos del ultraderechista, como los jóvenes, las mujeres y las minorías.
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