El miedo al retorno de los muertos recorrió Europa en la antigüedad. Las leyendas de los vampiros estaba presente en Europa oriental y el mito ya se conoció en relatos bíblicos. Ahora un nuevo hallazgo revivió el tema. Es que hallaron los restos de una mujer que pudo haber sido asesinada y enterrada acusada de ser una “vampira” en una lejana localidad de Polonia.
Esta “mujer vampira” fue encontrada clavada en el suelo con una hoz en la garganta y un dedo del pie cerrado con candado para “evitar que regrese de entre los muertos”. De esta manera, se aseguraban que no reviviera para volver a asolar el pueblo.
El cuerpo de la vampira
El hallazgo fue durante el trabajo arqueológico en un cementerio del siglo XVII en el pueblo polaco de Pien. Los investigadores también encontraron que los restos del esqueleto tenían un gorro de seda en la cabeza, lo que indica que había tenido un alto estatus social y un diente protuberante. Se cree que ese defecto corporal fue confundido con un colmillo como los que se creía que tenían los vampiros que atacaban a las personas para tomar su sangre. Otros signos que generaban alarma en la población medieval eran unicejas. También enfermedades con síntomas, como la esquizofrenia, la rabia, el cólera y la tuberculosis.
Las poblaciones del medioevo no entendían aún cómo se propagaban las enfermedades. En lugar de una explicación científica para estas epidemias, como la del cólera, y las muertes la explicaban con argumentos sobrenaturales, uno de las opciones era el vampirismo.
Sobre la “mujer vampira”, el líder del equipo, el profesor Dariusz Poliński, de la Universidad Nicolás Copérnico en la cercana ciudad polaca de Torun, dijo que la forma del entierro “era inusual”.
El especialista agregó que “las formas de protegerse contra el regreso de los muertos incluyen cortar la cabeza o las piernas, colocar al difunto boca abajo para morder el suelo, quemarlo y aplastarlo con una piedra. La hoz no se colocó plana sino que sobre el cuello de tal manera que si el difunto hubiera tratado de levantarse, lo más probable es que la cabeza hubiera sido cortada o herida”.
Agregó que el dedo gordo con candado en el pie izquierdo del esqueleto probablemente simbolizaba “el cierre de una etapa y la imposibilidad de regresar”. Otras veces, a los cadáveres les cortaban la cabeza y las piernas.
Persecución a las mujeres
En el medioevo, as mujeres eran muy susceptibles a las represalias por cualquier tipo de acusación o anomalía, desde negarse a casarse, tener un aborto espontáneo o incluso no menstruar. La “vampira” hallada en el pueblo de Polonia era de un estatus social alto, pero estas condenas afectaron a mujeres de todas las posiciones. Era algo similar a los juicios de brujas, ser ligeramente diferente creaba el mismo tipo de histeria.
Es más, la Iglesia de la época se encargaba de buscar a los vampiros aún ya muertos. Las señales de que una persona sea de este tipo podría incluir falta de descomposición del cuerpo, mejillas rojas, sangre en la boca o cadáveres hinchados.
El mito vampiro
El mito de los vampiros evolucionó a lo largo de los siglos. Una de las primeras referencias se encuentran en la biblia. Se trata de Lilith, una aparentemente demoníaca esposa de Adán que se aprovechaba de los débiles y jóvenes. Otros citan el antiguo mito griego de Lamia, un demonio sediento de sangre que también se alimentaba de niños. Las historias son comunes en todo el mundo, deslizándose en una escala entre zombis y murciélagos transformadores, pero generalmente tienen algunos elementos en común, dicen los expertos, como una asociación con la sangre, darse un festín con los vivos y ser contagiosos.
En los relatos chinos, una forma de mantener el cadáver inmóvil era enterrarlo con arroz, ya que a los muertos que reviven nada les gusta más que contar los granos de arroz. Se hallaron relatos similares en el oriente de Europa, con semillas que se rocían dentro de las tumbas para que los presuntos vampiros las cuenten hasta que salga el sol.
En el medioevo, los mitos vampiros eran muy comunes en Europa del Este. La gente temía que algunos de los que estaban enterrados se abrieran camino de regreso a la superficie como monstruos chupadores de sangre y aterrorizaran a los vivos.
No es raro encontrar lugares de entierro en la región donde una barra de metal, o una estaca, ha sido martillada a través del cráneo del difunto. La gente en ese momento creía que esta era una forma de asegurarse de que la persona siguiera muerta.
En algunas partes del continente, particularmente entre los eslavos, la creencia en las leyendas de los vampiros se extendió tanto que provocó la histeria masiva e incluso llevó a la ejecución de personas que se creía que eran de esa condición. Las personas que se suicidaban eran sospechadas de vampirismo y sus cuerpos eran mutilados para evitar que se levantaran de entre los muertos.
Los especialistas ya habían hallado otras dos tumbas con hoces colocadas en las gargantas de los esqueletos. Se trataba de una mujer adulta, de entre 30 y 39 años, y una joven de entre 14 y 19 años.
Los investigadores que hicieron el descubrimiento dijeron en ese momento que “cuando se colocaron en los entierros, eran una garantía de que los difuntos permanecían en sus tumbas y, por lo tanto, no podían dañar a los vivos. Pero también pueden haber servido para proteger a los muertos de las fuerzas del mal”.
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