La muerte más reciente se dio este viernes en la ciudad de Zahedan -al sureste del país- donde, según el medio local IRNA, una persona perdió la vida tras ser baleada y al menos otras 14 personas resultaron heridas por los enfrentamientos.
Estas cifras elevan a 144 el conteo de fallecidos que lleva la ONG Amnistía Internacional, desde el inicio de las manifestaciones el pasado 16 de septiembre. Por su parte, Iran Human Rights registra cifras muy similares, con 108 muertes.
A lo largo de la semana, Irán registró múltiples choques en diversas ciudades. Entre ellos, uno en la ciudad de Mahabad, en la provincia iraní de Azerbaiyán Occidental, que se cobró la vida de Ismail Mauludi, de 35 años.
También se intensificaron las protestas en la localidad de Khorramabad, donde se organizó la ceremonia de luto de Nika Shakarami quien murió a los 17 años durante la represión de una de las manifestaciones.
Tras conocerse este hecho el pasado 30 de septiembre, cientos de personas tomaron las calles de la ciudad hacia la comisaría 16, lo que desencadenó en la sustitución del jefe de la Policía de la región y otros altos mandos policiales por “malas prácticas” ocurridos en los sucesos del último mes.
Sin embargo, estas medidas no han sido suficientes para quienes reclaman justicia por los cientos de fallecidos y el fin de medidas arcaicas y misóginas.
El eje en las nuevas generaciones
A más de un mes de iniciados los disturbios, las movilizaciones han ido evolucionando. Ahora, el eje parece recaer, principalmente, sobre los jóvenes y las universidades.
Tal es el caso de la elitista escuela de tecnología Sharif, imán para las mentes más brillantes de todo el país y con un largo historial de estudiantes que conforman los más altos grupos de la sociedad.
Sin embargo, tras el estallido de las revueltas, la Universidad ha emergido -sorpresivamente- como un centro para los jóvenes que buscan expresar su repudio y sede para uno de los mayores movimientos anti gobierno en el país.
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