El régimen chino endureció las restricciones por coronavirus y confinó a 65 millones de personas a un mes del congreso del Partido Comunista

El presidente chino Xi Jinping, el primer ministro Li Keqiang, y Li Zhanshu, presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional (Reuters)

 El presidente chino Xi Jinping, el primer ministro Li Keqiang, y Li Zhanshu, presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional (Reuters)

China confinó a 65 millones de sus ciudadanos en el marco de las restricciones impuestas por el régimen por una nueva ola de coronavirus. Esta medida, que también incluye la prohibición de desplazamientos dentro del país en los próximos feriados nacionales, se da a un mes del congreso del Partido Comunista.

La mayoría de las 21 millones de personas en la ciudad suroccidental de Chengdu estaban confinadas a sus apartamentos o complejos residenciales, mientras que en la ciudad portuaria de Tianjin se suspendieron las clases presenciales tras detectar 14 casos, todos asintomáticos menos dos.

China reportó un total de 1.552 casos el lunes en todo el país de 1.400 millones de personas, según la Comisión Nacional de Salud. Este martes, en tanto, las autoridades informaron 310 nuevos casos, de los cuales 264 corresponden a contagios locales en lugares como Sichuan (centro, 68), Tíbet (oeste, 52), y Cantón (sureste, 43). Los 65 casos sintomáticos restantes fueron hallados entre viajeros procedentes del extranjero en diversos puntos de entrada al país.

Pese a las cifras relativamente bajas de infectados, las autoridades se han aferrado a la política de “cero COVID”, que requiere cuarentenas, confinamientos y el aislamiento de personas sospechosas de haber estado en contacto estrecho con cualquier positivo confirmado.

Entre el 10 y el 12 de septiembre se celebra el festival de mediados de otoño en el país, el segundo feriado más importantes después del Año Nuevo Lunar. Las medidas contra el virus se han cobrado un alto precio en la economía, los desplazamientos y la sociedad en general, pero el gobernante Partido Comunista de China afirma que son necesarias para impedir una expansión mayor del virus, detectado por primera vez en la ciudad central china de Wuhan a finales de 2019.

Trabajadores médicos con trajes de protección recogen hisopos de los residentes de un complejo residencial en el distrito de Nanshan, en Shenzhen, provincia de Guangdong (REUTERS/David Kirton)
Trabajadores médicos con trajes de protección recogen hisopos de los residentes de un complejo residencial en el distrito de Nanshan, en Shenzhen, provincia de Guangdong (REUTERS/David Kirton)

El temor a verse atrapado en un confinamiento o enviado a un centro de cuarentena por cercanía con una persona que haya dado positivo ha limitado mucho el trabajo, la vida social y los hábitos de viaje de la población.

En Chengdu, el inicio del nuevo curso escolar se retrasó y la mayoría de los vecinos estaban confinados a sus complejos residenciales. Allí las autoridades mantuvieron el estricto confinamiento a pesar del potente sismo que causó al menos 65 fallecidos en zonas periféricas.

Pese a que no se han registrado más que un puñado de positivos al coronavirus, el confinamiento de Chengdu es el más severo en China impuesto en el país desde el de Shanghái durante el verano, que causó inusuales protestas tanto en persona como en internet.

En total, 33 ciudades restringieron a los vecinos a sus casas o complejos, según medios estatales.

Desde el inicio de la pandemia, China ha puesto a decenas millones de personas bajo confinamientos que se cumplieron con firmeza, y en ocasiones impidieron que la gente pudiera conseguir comida, atención médica o productos básicos.

Los hospitales siguen abiertos, pero las farmacias tienen prohibido vender antibióticos, medicamentos antivirales y otros para la fiebre y la tos.

Shanghái, la ciudad más grande del país y un núcleo financiero crucial, estuvo más de cinco semanas cerrada, lo que asestó un golpe a la economía local, provocó protestas y desencadenó un éxodo de residentes extranjeros.

La ciudad china de Chengdu, con cerca de 20 millones de habitantes y situada en el suroeste del país, estará bajo confinamiento desde el jueves con el objetivo de frenar un nuevo brote de covid-19 (AFP)
La ciudad china de Chengdu, con cerca de 20 millones de habitantes y situada en el suroeste del país, estará bajo confinamiento desde el jueves con el objetivo de frenar un nuevo brote de covid-19 (AFP)

Este nuevo endurecimiento de las restricciones tiene lugar un mes antes del congreso del Partido Comunista chino, que se desarrollará el próximo el 16 de octubre, donde el jefe del partido, Xi Jinping, será elegido presidente para un tercer mandato.

Los líderes locales, incluido el recién nombrado secretario provincial del partido en Sichuan, suelen ser enviados desde Beijing con un escaso conocimiento de la situación sobre el terreno y con el firme mandato de hacer cumplir los dictados de Xi.

Más allá de las pruebas de PCR masivas y los confinamientos, el país mantiene sus fronteras prácticamente cerradas al exterior: desde marzo de 2020, China se halla cerrada al turismo y sólo viajeros nacionales y algunos extranjeros con permiso de residencia en vigor o visados no turísticos pueden acceder, tras lo cual les espera una cuarentena en un hotel costeado por ellos mismos y designado por las autoridades.

Con información de AP y EFE

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