Se agudiza el dilema occidental: ¿qué armas entregar a Ucrania para ayudarla a defenderse y no agravar la guerra?

 

Soldados ucranianos reciben un cargamento de misiles anti-tanque Javelin enviado por Estados Unidos en el aeropuerto internacional de Boryspil, a las afuera sde Kyiv. REUTERS/Valentyn Ogirenko
Soldados ucranianos reciben un cargamento de misiles anti-tanque Javelin enviado por Estados Unidos en el aeropuerto internacional de Boryspil, a las afuera sde Kyiv. REUTERS/Valentyn Ogirenko

La reacción inicial de Estados Unidos y Europa fue tímida. Había mucho miedo tras la invasión rusa a Ucrania del 24 de febrero. Creían que si enviaban armas a los ucranianos iban a provocar la Tercera Guerra Mundial. Casi dos meses más tarde, ese temor no desapareció totalmente, pero desde Washington y Bruselas están llegando a Kyiv cada vez más y mejores equipos bélicos. A este cambio ayudó, por supuesto, el hecho de que los ucranianos plantaran una defensa tan férrea que obligó a los rusos a olvidarse de sus planes de conquistar la capital ucraniana –en tres días, decían- y a retirarse del norte. Ahora la ofensiva se concentra en el objetivo de “liberar” la zona del Donbás, en el este ucraniano, unirlo en un corredor con los puertos del sur sobre los mares Azov y Negro y la ya conquistada península de Crimea. Occidente comienza a sentirse algo más confiado en que, si entrega el armamento apropiado, Ucrania no sólo puede contener la invasión rusa sino que puede ganar la guerra.

Aunque todavía hay algún reticente, como Alemania. La guerra sorprendió a los alemanes cuando estaban terminando de aprobar un nuevo gasoducto que traería ese combustible desde Moscú hasta Berlín. Finalmente fue suspendido, pero el gobierno teme quedarse sin la energía suficiente para su industria y la calefacción de las casas. Al mismo tiempo tiene a varios de sus políticos comprometidos por su relación con Vladimir Putin y sus negocios, desde el ex canciller Gerhard Schröder hasta el actual presidente Frank-Walter Steinmeier.

La Casa Blanca anunció el jueves que estaba enviando una ayuda adicional de 800 millones de dólares en materiales de defensa a Kyiv. Material suficiente para equipar a los cinco nuevos batallones de artillería ucranianos. E incluye 120 nuevos aviones no tripulados construidos específicamente para esta ocasión. “El suministro constante de armas” ha contribuido a “garantizar que Putin fracasara en sus objetivos bélicos iniciales de conquistar y controlar Ucrania”, dijo Biden tras una videollamada con sus aliados europeos para pedirles que sean más generosos.

Un tanque ucraniano enviado por la República Checa pasa cerca de un vehículo ruso destruido en la localidad de Husarivka. REUTERS/Alkis Konstantinidis
Un tanque ucraniano enviado por la República Checa pasa cerca de un vehículo ruso destruido en la localidad de Husarivka. REUTERS/Alkis Konstantinidis

Putin descargó su ira y mandó una advertencia a Washington: las entregas occidentales de los sistemas de armas “más sensibles” a Ucrania podrían traer “consecuencias impredecibles”. Para que le crean, hizo un lanzamiento de prueba con su misil balístico intercontinental Sarmat, capaz de destruir un área del tamaño de Texas y transportar una carga de hasta 15 ojivas nucleares. “Hará que lo piensen dos veces los que nos amenazan”, dijo.

Por ahora, en Occidente todos los movimientos son precavidos, pero no paralizantes. Estados Unidos ya comprometió unos 2.600 millones de dólares para la defensa ucraniana desde que comenzó la guerra. La Unión Europea aportó otros 1.600 millones de dólares. Esto se traduce en 25.000 armas antiaéreas y 60.000 antitanque, más de 50 millones de municiones, 7.000 armas ligeras, 75.000 equipos de chalecos antibalas y cascos, así como visores nocturnos, radios encriptadas, camiones blindados y vehículos de transporte de personal. La mayoría proviene de los depósitos “preposicionados” que Estados Unidos mantiene en Europa, Medio Oriente y Asia. El Departamento de Estado autorizó transferencias a Ucrania de equipos defensivos proporcionados por Estados Unidos desde más de 14 países, de acuerdo al informe que dio la semana pasada ante un comité del Congreso el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto.

Todo este operativo, obviamente, necesita de una enorme organización y coordinación. Cualquier error puede llevar a que los rusos derriben un avión con suministros y todo cambiaría de proporciones. Lo dirigen los generales del Mando Europeo de Estados Unidos, o Eucom, con sede en Stuttgart, Alemania. También hay un Centro de Coordinación de Donantes Internacionales instalado por los británicos, que se dedica mayoritariamente a la ayuda humanitaria. Hay ya mucha experiencia en la organización de puentes aéreos en Europa por parte de los Aliados. El más famoso fue el Berliner Luftbrücke, cuando los soviéticos bloquearon la zona Occidental de la capital alemana. El puente aéreo transportó a Berlín más de 4.000 toneladas diarias de alimentos, entre junio de 1948 y mayo de 1949, con aviones de carga C-47 que aterrizaban en el aeropuerto Tempelhof.

Un avión MIG-29 de la Fuerza Aérea polaca durante un vuelo en la Radom Air Show, en Radom. El presidente Zelensky viene pidiendo que se le entregue este tipo de naves a su fuerza aérea. REUTERS/Kacper Pempel
Un avión MIG-29 de la Fuerza Aérea polaca durante un vuelo en la Radom Air Show, en Radom. El presidente Zelensky viene pidiendo que se le entregue este tipo de naves a su fuerza aérea. REUTERS/Kacper Pempel

También hay una restricción no voluntaria sobre el tipo de armamento que se le puede entregar a los ucranianos y que está determinado por el hecho de si tienen el entrenamiento necesario para utilizarlo. El ejército de Kyiv está acostumbrado a manejar armas de diseño ruso/soviético y no está familiarizado con las últimas tecnologías estadounidenses y británicas. Eso se convirtió, en cierta manera, en una ventaja porque hay depósitos bélicos de la Guerra Fría con armamento de ese tipo en perfectas condiciones para ser utilizado. También están siendo transferidos los cazabombarderos MIG29, de fabricación rusa, que vuelan habitualmente los pilotos ucranianos y se encuentran en la nómina de casi todos los ejércitos de Europa del Este.

Esta restricción también trajo controversia y presión sobre los miembros de la OTAN que cuentan con un stock de esas armas adecuadas para las necesidades ucranianas. En particular el suministro de vehículos de combate de infantería Marder, considerados como uno de los mejores blindados del mundo, que tiene en un gran número el ejército alemán, pero que el gobierno no quiere entregar por temor a represalias rusas. El vicecanciller germano, Robert Habeck, opinó que suministrar tanques podría llevar a Alemania a la guerra. “Las armas pesadas son sinónimo de tanques, y todos los países de la OTAN lo han descartado hasta ahora para no convertirse ellos mismos en objetivos”, dijo.

Una situación similar se está desarrollando con otros países. Hay una necesidad especialmente acuciante de proyectiles de obús estándar del bloque soviético de 152 milímetros. La OTAN utiliza un proyectil diferente, de 155 milímetros. India, Pakistán y Afganistán los tienen y son aliados de Estados Unidos, pero también temen a la ira del oso ruso.

Vehículos de combate de infantería BMP-3 de origen ruso como los que fueron entregados por Eslovaquia y la República Checa al ejército ucraniano. REUTERS/Sergey Pivovarov
Vehículos de combate de infantería BMP-3 de origen ruso como los que fueron entregados por Eslovaquia y la República Checa al ejército ucraniano. REUTERS/Sergey Pivovarov

Otros, tratan de que todo se realice en forma secreta. Polonia suministró más de 100 tanques T-72 y T-55 de la era soviética a Ucrania, pero lo niega públicamente. Y algunos no tienen ninguna timidez y promocionan su ayuda. La República Checa anunció oficialmente la entrega de tanques T-72 y vehículos blindados BMP-3, mientras que el gobierno eslovaco hizo alarde de suministrar un sistema de misiles antiaéreos S-300, también de la era soviética.

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, expresó repetidamente su gratitud por la ayuda recibida, pero insiste en que necesita mucho más y más rápido. Admitió estar harto de enumerar una y otra vez el mismo conjunto de necesidades de armas a diferentes interlocutores internacionales cuando habla con ellos. Dijo a los enviados de la revista The Atlantic, en una entrevista realizada la última semana en Kyiv: “Cuando algunos líderes me preguntan qué armas necesito, me tomo un momento para calmarme, porque ya se los dije varias veces antes. Es como “El Día de la Marmota (Groundhog Day). Me siento como Bill Murray”. Se refería al film de 1993 que se convirtió en sinónimo de una situación que se repite una y otra vez.

El Día de la Marmota es una tradición estadounidense que data de 1887 cuando los campesinos esperaban el fin del periodo de hibernación, en el momento en que el roedor sale de su madriguera a principios de febrero. Según la creencia, “pronostica” si el invierno durará otras seis semanas o si, por el contrario, la primavera llegará de forma anticipada. En Ucrania, no hay roedor que prediga nada. Es casi imposible anticiparse a los avatares de una guerra. La única realidad son las armas.


Fuente: Infobae

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