24 de abril: ¡Las armas de la dignidad nacional!


 

Yadimir Crespo

Santo Domingo, RD

“A veces tomo los juicios de otras personas y me en­gaño, como enviar tropas a Santo Domingo; pero el hombre que me engañó fue Lyndon Johnson, na­die más”, comentaba el propio Johnson a través del teléfono, “yo lo hice”.

Abes Fortas y Robert McNamara escuchaban atentamente los lamen­tos del extinto presidente de Estados Unidos al no­tar que sus planes de in­tervenir en la guerra civil de 1965 y proteger a ciu­dadanos estadounidenses no estaban saliendo como esperaba.

A pesar de su arrepen­timiento, Lyndon B. Jo­hnson aseguró a sus in­terlocutores que “haría lo mismo en este mismo se­gundo si recibiera un tele­grama del embajador Sán­chez”, de acuerdo a cintas de la Casa Blanca, publica­das en 2015, que confir­maban que la motivación de la intervención era evi­tar una toma de poder co­munista.

Esta llamada ocurre un mes más tarde de que su­cediera lo que diera origen a la segunda invasión nor­teamericana. Se trata de la Guerra de Abril, significa­tiva gesta que hoy conme­mora 56 años.

Hombres y mujeres, sin importar edad o posición social, se unieron de for­ma armada en la búsqueda del retorno de la democra­cia tras el derrocamiento de Bosch en 1963.

Pasado el mediodía del 24 de abril de 1965, Jo­sé Francisco Peña Gómez anunció por la radio, a tra­vés del programa “Tribuna Democrática”, que había iniciado la revuelta militar.

Los campamentos mi­litares 16 de Agosto y 27 de Febrero se sublevaron contra el gobierno de fac­to del Triunvirato, encabe­zado por Donald Reid Ca­bral, y tiempo más tarde se les unió el Comando Es­cuela Hombres Rana.

No obstante, los miem­bros de las filas castren­ses no se vieron solos, sino que también contaron con el apoyo de la ciudadanía que reclamaba el regreso de la Constitución proclamada por Bosch.

El gobierno, que más tar­de pediría auxilio a Estados Unidos, no era el único con­trincante de los constitucio­nalistas, sino que también se enfrentaban a los milita­res de San Isidro, comanda­dos por Elías Wessin y Wes­sin.

25 de abril
“A las 3:00 de la madrugada del 25 de abril estallaron las luchas al este de la ciudad; parece que los rebeldes han capturado el único puente entre Santo Domingo y la base de la Fuerza Aérea en San Isidro”, así iniciaba un reporte del 25 de abril, emi­tido por el cuerpo diplomá­tico británico.

Stafford Campbell, pri­mer secretario y encargado de negocios inglés en San­to Domingo entre abril de 1963 y septiembre de 1965, era quien escribía.

Al amanecer, las calles de la ciudad estaban llenas de grupos clamando por Bosch, según la misiva de Campbell, con varas, palos y armas, ci­viles patrullaban las calles en camiones y los disparos eran incesantes en el centro de la capital dominicana.

26 de abril
Dos días más tarde, sin im­portar que eran compatrio­tas, miembros de la Fuerza Aérea bombardeaban con­tra los constitucionalistas, mientras que el grupo cí­vico-militar respondía con tanques y armas.

Un aviso inmediato, ca­tegorizado como secreto, fue enviado con fecha 27 de abril advirtiendo a Reino Unido que los revoluciona­rios llevaban la delantera.

Narra que tras un medio­día “relativamente tranqui­lo”, al caer la tarde del do­mingo 25, un avión de la Fuerza Aérea atacó el Pa­lacio Nacional y el puente Duarte, en donde se enfren­taban los constitucionalis­tas y las fuerzas de Wessin.

27 de abril
Los ataques aéreos prevale­cían. Para el 27 de abril se estimaba que habían cobra­do la vida de 25 personas y otras 100 habían resultado heridas, de acuerdo a uno de los telegramas enviados por Campbell ese día, reco­pilado en “Los Sucesos de 1965 según los archivos in­gleses”.

La marina, la cual se ha­bía mantenido al margen, se unió a las tropas de Wes­sin a media mañana del 27, ejecutando una operación combinada de artillería, bombardeos y ataques con cohetes y cañones.

Todavía el 28 de abril las luchas continuaban y “los muertos de ayer aún están en medio de la calle prin­cipal”, prevaleciendo una gran confusión.

29 de abril
Iniciada la tarde del 29 de abril, Campbell avisaba la llegada nocturna de los ma­rines norteamericanos y el logro de un acuerdo para convocar a elecciones y la inmediata restauración de la paz.

La situación empeoró al anunciar que Bosch no se­ría candidato y el intento de Wessin de hacer ver que los estadounidenses estaban en el país como sus aliados.

Un segundo telegrama enviado a las 6:10 de la tar­de denotaba preocupación, al punto que Campbell ha­bía decidido despachar a sus compatriotas.

“En estas circunstancias de completo desplome de la ley y el orden, estoy obli­gado a regañadientes a no­tificar a todos los súbditos británicos que deben apro­vechar la oferta americana y evacuar hacia Puerto Ri­co”, expresó en la misiva.

Acuerdo de paz
En los días siguientes, las luchas continuaron, ya no contra los militares rebel­des, sino de forma especial contra los invasores.

El conflicto tuvo fin el 3 de septiembre de 1965, tras un largo proceso de nego­ciación.

En el cuartel general del “gobierno rebelde”, Caama­ño y su gabinete completo firmaron el Acta de Recon­ciliación. Mientras que Héc­tor García Godoy asumió la presidencia provisional­mente durante un año y lla­mó a elecciones el primero de junio de 1966.

LYNDON JOHNSON
Abril inmortal
El apoyo de las muje­res fue fundamental pa­ra combatir contra los Yankees. Más allá de realizar las labores tra­dicionales del hogar, sirvieron de canal de comunicación, instru­yeron en barrios y su­ministraron materiales de forma clandestina.

Aunque se menciona po­co en estas transcripcio­nes, el coronel Caamaño fue el líder que guió a las masas durante este mo­vimiento cívico-militar y es considerado como el héroe que restauró la so­beranía de la República.

Asimismo, las primeras victorias de las que habla Campbell fueron gracias a los métodos de embos­cada y sabotaje de los Hombres Rana, cuyas tácticas fueron enseña­das por veteranos de la Segunda Guerra Mun­dial presentes en el país.

A este grupo perteneció el hoy capitán de fragata Aníbal López, quien lue­go de sobrevivir a esta lu­cha, insta a los jóvenes a conocer su historia y mantenerla vigente para evitar que se repita.

“Los jóvenes nunca de­ben olvidar esta fecha y menos el sacrificio hu­mano y material que conlleva un hecho co­mo este (…) No se ima­ginan la sombra de tris­teza que deja en la gen­te cuando siente que sus derechos no existen y que es sálvese quien pueda; es muy difícil que una nación así pue­da sentirse nación”, se­ñala López.

Via I Listin Diario

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